Francisca Ofelia caracterizada de «chola» apoya a jóvenes de las calles

Su intuición de Mamá la llevó a adentrarse en el mundo de las pandillas para salvar a su hijo… pero terminó haciendo mucho más.
HERMOSILLO, Sonora.- La valentía, el amor de madre y el deseo de rescatar a su hijo de las calles de Hermosillo, fue lo que alentó a Francisca Ofelia González Gil de abandonar su trabajo y convertirse en la “Mamá Chola”.
Francis, como también es conocida, tiene actualmente 64 años de edad y casi la mitad de de ellos los ha dedicado a rescatar jóvenes de las calles para alejarlos de las adicciones.
La hermosillense se volvió famosa a principios de la década de 1990, cuando surgió la “ola” de las pandillas en las colonias y decidió unirse a una de las más numerosas de la ciudad (HPP) para salvarle la vida a su hijo.
En el 1994, cuando se empezaron a gestar las pandillas aquí en Hermosillo, mi hijo se involucró en ese movimiento de los jóvenes cholos y se empezó a vestir como se vestían en esa época. En ese entonces mi hijo tenía 12 años, estaba en la secundaria.
“La intuición de mamá fue la que me ayudó a detectar”, agregó, “porque, en sí, yo no conocía el movimiento de cholos ni lo que hacían, ni a qué se dedicaban ni nada; no sabía nada de eso, pero empecé a ver conductas de los jóvenes que se empezaban a agrupar”.
Platicó que en ese entonces se había divorciado del padre de sus hijos y, para darles sustento, trabajaba en una empresa norteamericana que se dedicaba a la venta de productos, por lo que tenía que viajar constantemente.
Pero en una ocasión empezó a notar que su hijo adolescente se “desaparecía” constantemente: Duraba hasta dos días sin llegar a casa o se quedaba con algunos amigos, situación que le empezó a preocupar.
NACE LA “MAMÁ CHOLA”
Sin saber en qué “andaba metido” su hijo, a Francis se le ocurrió “disfrazarse”con ropa holgada, como era la moda de las pandillas entonces, y unirse a ellos, para descubrir qué le llamaba la atención a su hijo menor y convencerlo de regresar a casa.
“Y pues así empecé a buscarlo y a hacer amistad con los mismos jóvenes, conocer las inquietudes de ellos, el por qué ellos andaban en la calle. Me empecé a vestir de chola para que me pudieran aceptar en las pandillas, porque era muy difícil entrar.
«Me vestí de chola para hablar con ellos, que no hubiera mucha diferencia, que dijeran: ‘¡Ahí viene una mamá!’, pero como dicen ellos: ‘Viene a tirar la zorra’, pues viene a ver qué ve aquí, pero en realidad a lo que iba pues era buscando a mi hijo y saber qué hacían esos muchachitos en esas reuniones”.
“Todos tenían un problema similar: Todos venían de madres y padres divorciados, no tenían atención en sus casas… lo mismo que le pasó al mío: Yo también estaba divorciada de su papá y tenía que trabajar y sacar la casa adelante”, reconoció.
Para pertenecer a una pandilla la situación no era tan fácil, mencionó, y cuando aceptaban a un miembro nuevo, éstos tenían que sobrevivir a la “bienvenida” o “bautizo”: Una golpiza que les daban todos los miembros del grupo.
“Los dejaban casi muertos. A mí me tocó ver eso y el que no quedó loco, quedó desfigurado, porque sí les daban unas palizas muy fuertes”, detalló.
Con más de 30 años de experiencia en ayudar a niños, adolescentes y adultos, Francis explicó que fue como una madre para los jóvenes, que eran más de 200.
“Esa moda que venía de las pandillas de Los Ángeles, de Nueva York, revolucionó aquí con los muchachos por las películas que pasaban, como la de ‘Sangre por Sangre (1993)’, ‘Los Dueños de la Calle (1991)’… y todo eso iban copiando los muchachos, porque querían pertenecer a una pandilla poderosa.
«Querían demostrar que ellos podían, pero, ¿a quién querían demostrarle? A nosotros los padres. Y nosotros no poníamos atención. Es la verdad”, enfatizó.
UNA MÁS EN LA PANDILLA
El amor maternal que inspiraba Francis en los jóvenes pandilleros le abrió las puertas de aquel mundo desconocido para ella y en el que se había inmiscuido su hijo adolescente, quien al verla por primera vez en lugares que frecuentaba, se molestó tanto que la corrió.
“‘(Tronó los dedos) ‘Sáquele punta, no te quiero aquí’, me dijo. Se enojaba mucho cuando me veía, pero después de eso no recuerdo que alguien me haya faltado al respeto; luego, luego, me cobijaron.
Sin poder luchar contra la corriente, la “Mamá Chola” sabía que los jóvenes pandilleros tenían vida activa en las noches y madrugadas, y hacían sus reuniones, en las esquinas o en lugares abandonados donde sabían que no serían molestados.
Fue así que se le ocurrió organizar partidos de futbol rápido a altas horas de la noche, con el fin de que la mente de los adolescentes se ocuparan en el deporte y no en actividades ilícitas. El modo más fácil de convencerlos era proporcionándoles lo que necesitaban: Alimento, cariño y comprensión.
Gracias a su labor con los jóvenes, la “Mamá Chola” cobró fama internacional cuando el periodista de Telemundo Enrique Gratas llegó a Hermosillo para entrevistarla para su programa “Ocurrió Así”.